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Una regulación que pretendía protegerte del spam telefónico hoy te encarece cada crédito y sofoca el crecimiento. Te explico cómo esta ‘tuerca trabada’ en el sistema, con un dólar desafiando los $923, crea una oportunidad de inversión nítida para quien sepa dónde poner el ojo.
Imagina que vas al supermercado y, por un error en la balanza, pagas el precio de la palta por los limones. Todo se distorsiona. Algo así pasa hoy en el mercado del crédito chileno. Una regla bienintencionada, pero mal calibrada, está haciendo que todos paguemos más por pedir prestado, justo cuando el dólar en $923 ya nos aprieta el bolsillo con importaciones más caras.
No es un tema de expertos en torres de cristal. Es un impuesto oculto que tú terminas pagando en la cuota del auto, en el crédito de la tienda o en la tasa que negocia la pyme de tu barrio. El motor de la economía se enfría cuando le ponemos grilletes a quienes recuperan lo prestado.
- El Dato: La efectividad para recuperar créditos vencidos cayó entre un 10% y un 15% tras la regla de los prefijos 600/809 para cobranzas. Un golpe directo a la confianza del sistema.
- Por qué importa: Ese dinero que no se recupera, ese costo extra, los bancos y retail no lo absorben. Lo trasladan directamente a las tasas de interés para todos. Sube el precio del dinero para el que quiere emprender, para el que quiere comprar una casa y para el que necesita un crédito de consumo.
- Lo que viene: Más presión alcista sobre las tasas para la persona común, un probable repunte en la morosidad y menos herramientas para el Banco Central de Chile para combatir presiones inflacionarias internas. La corrección de esta distorsión es una cuestión de tiempo.
El “Impuesto Spam”: Cómo una Norma Bienintencionada Te Encarece la Vida
La lógica era simple: proteger al consumidor de llamadas de cobranza abusivas y spam, restringiendo el uso de ciertos prefijos. El resultado, sin embargo, fue obstruir un canal vital y económico para recuperar créditos. En un contexto donde los márgenes ya están comprimidos por un dólar sobre los $923 y una UF que no baja de los $39.643, las instituciones financieras no tienen margen para cargar con este costo.
Traduzcámoslo a peras y manzanas: si a la ferretería del barrio le cuesta el doble recuperar lo que le deben, no le queda otra que subir el precio de los clavos y las pinturas para no quebrar. Así de simple. En el crédito, el «clavo» es la tasa de interés. Este ajuste es ciego: penaliza por igual al vecino que siempre paga a tiempo y al que se retrasa. Los buenos pagadores terminamos subsidiando, con intereses más altos, las falencias del sistema.
Esto fuga liquidez que debería estar disponible para préstamos productivos, para reactivar el consumo inteligente o para financiar innovación. Es como tener una manguera de agua con un nudo: la presión aumenta en la fuente, pero el jardín se seca. El nudo, en este caso, es una regla que tensa toda la cadena, desde los grandes bancos hasta la familia que sueña con un pie para un departamento.
“En economía del hogar y del país, los grilletes invisibles son los más caros. Esta distorsión es una señal clara en el tablero: el costo del crédito en Chile está artificialmente inflado. Quien identifique los activos que pueden navegar esta rigidez tiene la llave para ganarle al mercado promedio.”
Dólar Firme y Oportunidad: Dónde Buscar Refugio y Potencial Ganancia
Un dólar fuerte, como el que vemos hoy en $923, actúa como un potente reflector. Ilumina y magnifica cada grieta en nuestra economía interna. Esta debilidad en la cobranza crediticia se convierte en un lastre mayor, erosionando la confianza justo cuando necesitamos fortaleza frente a un escenario global complejo.
Pero aquí está mi perspectiva de economista del hogar: los mercados odian las ineficiencias persistentes y las corrigen. Esta presión no puede durar para siempre. La regulación se ajustará, porque el costo para el crecimiento país es demasiado alto. Cuando eso pase, se liberará una ola de eficiencia.
Los sectores más castigados por el crédito caro y la sombra de una morosidad creciente, como ciertos retail especializados o servicios financieros alternativos, podrían experimentar un rebote vigoroso una vez que se destrabe el nudo. Mientras tanto, los segmentos con balances sólidos, bajo endeudamiento y flujos estables –ciertas utilities o empresas de consumo básico– se convierten en refugios de valor. Son el equivalente a esos productos de la feria que, aunque todo suba, mantienen un precio y una demanda constante.
La pregunta que te dejo es esta: ¿tu ahorro o tu portafolio de inversiones está posicionado en esos refugios de valor, o está expuesto a pagar, sin obtener nada a cambio, este «impuesto spam» que encarece todo el ecosistema? En un mundo con dólar caro, la inteligencia está en buscar eficiencias donde otros solo ven problemas.