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El alivio por un acuerdo político en Washington inyecta optimismo a los mercados globales, pero la euforia encubre riesgos latentes. El dólar, el euro y la UF muestran una estabilidad momentánea que exige una lectura más profunda y cautelosa.
El cierre parcial del gobierno en Estados Unidos parece encaminarse a su fin. Wall Street respira aliviado y los índices globales se tiñen de verde. En la superficie, es la narrativa perfecta: la incertidumbre política se disipa, el riesgo sistémico baja y el capital vuelve a fluir. Los precios de los activos, incluido nuestro peso chileno frente al dólar, reflejan ese momento de calma.
Sin embargo, la experiencia nos obliga a escarbar bajo el titular. Todo acuerdo de última hora viene con contrapartidas y letra chica. La volatilidad no desaparece; solo cambia de forma. ¿Estamos ante un punto de inflexión real o ante un espejismo de liquidez que la Reserva Federal podría retirar en cualquier momento?
- El Dato: El dólar opera a $936, el euro a $1.084 y la UF se mantiene firme en $39.643, una señal de que el mercado local valora la aparente estabilidad externa.
- Por qué importa: Un dólar contenido temporalmente baja la presión inflacionaria importada para Chile, dando un respiro al Banco Central. Pero una iliquidez repentina en mercados globales podría revertir estos flujos de capital hacia economías emergentes como la nuestra de un día para otro.
- Lo que viene: La atención se desplazará, inevitablemente, hacia la salud real de la economía estadounidense y el timing de los recortes de tasas. Cualquier demora o dato macroeconómico frío puede convertir este alivio en una nueva fuente de tensión.
El acuerdo en Washington: ¿Tregua o victoria pírrica para los mercados?
La noticia de un pacto bipartidista para reabrir el gobierno federal estadounidense después de 35 días es, sin duda, un catalizador positivo a corto plazo. Elimina el riesgo inmediato de un impago de deuda soberana y reactiva servicios críticos. Los mercados, aversos al caos, celebran.
Pero desde la óptica de Riesgo & Crisis, este es el momento de mayor vulnerabilidad cognitiva. El mercado está descontando una normalización plena, ignorando los términos del acuerdo. Estos pactos suelen ser extensiones temporales, no soluciones estructurales. Se pospone el problema, a menudo a cambio de concesiones fiscales que aumentan el déficit a largo plazo.
La pregunta incómoda es: ¿qué cedió cada parte para lograr esto? Un gasto público desbordado, aunque evite un cierre, alimenta la inflación subyacente. Eso obliga a la Fed a mantener las tasas altas por más tiempo. El «alivio de hoy puede ser el germen de un endurecimiento monetario más prolongado mañana. La liquidez barata que impulsa los mercados emergentes tiene los días contados.
"Todo acuerdo político que se festeja en Wall Street es, por definición, una transferencia de riesgo. El riesgo no desaparece; se socializa o se posterga. Nuestro trabajo es identificar hacia dónde y cuándo reaparecerá, casi siempre con intereses."
Chile en la ecuación: el dólar a $936 es un espejismo de corto plazo
Para el inversionista y el ciudadano común en Chile, esta calma importada es un arma de doble filo. Un tipo de cambio más bajo abarata las importaciones, un dato que el IPC agradecerá. Para el Banco Central, podría abrir una ventana para evaluar recortes de tasa con menos presión cambiaria.
No obstante, esta es una dinámica extremadamente frágil. Nuestra economía sigue atada al precio del cobre y al apetito global por activos de riesgo. La euforia actual en los mercados de capitales puede fortalecer temporalmente el peso, pero esa misma fortaleza perjudica a los exportadores nacionales, un sector clave.
La verdadera prueba será la reacción del mercado cuando la atención vuelva a los fundamentos locales: el crecimiento doméstico, la reforma tributaria y la disciplina fiscal. La UF, ese termómetro de confianza interna, se mantiene en niveles altos. Eso indica que el mercado local aún ve presiones inflacionarias de fondo y no se fía completamente del optimismo foráneo. La estabilidad de hoy se construye sobre un equilibrio inestable de expectativas globales. ¿Cuánto durará antes de que el siguiente shock "”geopolítico, financiero o político"” ponga a prueba la resiliencia de este frágil optimismo?