4 min lectura
En un entorno macroeconómico marcado por una depreciación cambiaria persistente y presiones inflacionarias estructurales, la innovación endógena emerge como un contrapeso crítico. Los emprendimientos de alto impacto, lejos de ser anécdotas, constituyen una inversión estratégica en la productividad total de factores, el verdadero antídoto para la erosión del poder adquisitivo.
La cotización del dólar estadounidense en la banda de los $925 CLP, junto con un euro que supera los $1.077, no es un fenómeno aislado. Refleja un escenario internacional complejo, con términos de intercambio menos favorables y un endurecimiento global de las condiciones financieras. Ante esta coyuntura, la respuesta económica típica se centra en la política monetaria restrictiva y el ajuste fiscal. Sin embargo, existe una variable de política de oferta, a menudo subestimada: la capacidad de innovación aplicada para resolver fallas de mercado domésticas. Esta no es una mera cuestión de espíritu empresarial; es un componente esencial para fortalecer la resiliencia de la economía frente a shocks externos.
- El Dato: El déficit habitacional proyectado supera el millón de viviendas para 2030, un factor de presión constante sobre los precios de arriendo y el índice de precios al consumidor en el rubro de vivienda y servicios básicos.
- Por qué importa: La inflación de servicios, particularmente en salud y vivienda, presenta una inercia mayor que la de bienes transables, dificultando la tarea del Banco Central de anclar las expectativas inflacionarias en su meta de 3%.
- Lo que viene: En un contexto de tipos de política monetaria restrictivos, el capital de riesgo y la financiación temprana para emprendimientos se tornan más escasos y selectivos, premiando únicamente a proyectos con modelos de negocio sólidos y alto escalamiento.
De la Depreciación Real a la Innovación Real: Emprendimiento como Política de Oferta
La historia económica de Chile demuestra que los períodos de depreciación cambiaria severa, como la crisis de la deuda de los años 80, han actuado como catalizadores forzosos para la diversificación productiva. Hoy, con un tipo de cambio real significativamente más alto que su promedio histórico, se crean incentivos naturales para sustituir importaciones y desarrollar soluciones locales. Los proyectos citados, como “Dentokit TEA” y “HabitaMap”, operan precisamente en esta lógica. No se limitan a aprovechar un tipo de cambio favorable; atacan ineficiencias profundas en sectores no transables—salud y construcción—que son precisamente los que más distorsionan la canasta de consumo del chileno medio y minan su bienestar económico.
El caso de “HabitaMap” es paradigmático. Al aplicar inteligencia artificial para agilizar la identificación de terrenos, ataca un cuello de botella administrativo y técnico que encarece la oferta de vivienda. Una reducción en los costos y plazos de desarrollo inmobiliario tiene un efecto directo y deflacionario en un componente clave del IPC. De manera análoga, “Dentokit TEA” reduce la necesidad de intervenciones dentales complejas y repetidas, optimizando el uso de un capital humano (odontólogos) y una infraestructura (clínicas) escasos, liberando capacidad para atender una demanda reprimida. Esta es productividad en su expresión más pura: obtener más resultados con los mismos recursos.
“En una economía pequeña y abierta como la chilena, la volatilidad cambiaria es un dato estructural. La pregunta relevante para los policy makers no es solo cómo administrar el tipo de cambio, sino cómo construir una matriz productiva lo suficientemente diversificada y dinámica para que sus efectos sobre el poder adquisitivo sean amortiguados por ganancias de eficiencia interna.”
El Capital Semilla como Inversión Contracíclica y su Impacto en el PIB Potencial
El mecanismo del Programa Endowment de la UNAB trasciende la filantropía. Opera como un fondo de capital semilla con un mandato de doble retorno: social y financiero. En el actual ciclo de restricción monetaria, donde el crédito para PYMEs y emprendimientos se contrae, este tipo de financiamiento no-bancario actúa como un estabilizador automático para la inversión en innovación. La asignación de $2.5 millones por proyecto, más la incubación, representa una inyección directa de capital paciente en etapas tempranas, precisamente donde el mercado de capitales tradicional presenta sus mayores fallas.
La evidencia internacional es clara: los ecosistemas de innovación robustos correlacionan positivamente con un mayor PIB tendencial. Cada proyecto que logra escalar y resolver una ineficiencia local contribuye a expandir la frontera de posibilidades de producción de la economía. Estos emprendimientos no generan únicamente empleo; generan empleo de mayor calificación y en sectores de mayor valor agregado, contribuyendo a la necesaria sofisticación de la canasta exportadora y a una mayor resiliencia frente a los ciclos de las materias primas. La verdadera pregunta para el inversor institucional y el formulador de políticas públicas es si la escala actual de esta “inversión estratégica en capital humano” es proporcional al desafío macroeconómico que plantea un dólar en $925 y una inflación subyacente por encima de la meta.