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Chile cierra 2025 con los viejos fantasmas de la baja productividad y un nuevo arsenal digital desaprovechado. El próximo gobierno hereda una economía macro-estable pero estancada, y su éxito se medirá en bits y bytes de innovación, no solo en toneladas de cobre.
El reloj marca las 00:00 de un nuevo ciclo político y económico. Mientras el dólar cotiza testarudo sobre los $910 y la UF consolida su rol como refugio, la verdadera batalla no se libra en el mercado cambiario, sino en la capacidad de Chile para subirse al tren de la Cuarta Revolución Industrial. El informe de los economistas es claro: inflación domada, cobre alto, pero un motor de crecimiento anémico. La receta tradicional ya no basta.
El próximo inquilino de La Moneda recibirá una suite de herramientas mixta. Por un lado, un Banco Central que logró el landing de la inflación hacia el 3%, un superávit en cuenta corriente y el metal rojo como viento de cola. Por el otro, un PIB que avanza a paso de tortuga, un déficit fiscal crónico y un mercado laboral que no encuentra su código de reactivación. La paradoja es digital: nunca tuvimos más tecnología para impulsar la productividad, y nunca nuestra productividad fue tan baja.
- El Dato: El crecimiento potencial de la economía se estima en un magro 2%, uno de los desempeños más débiles en 35 años, a pesar de un entorno global que aún favorece a las materias primas.
- Por qué importa: Un PIB que crece a ese ritmo es un software obsoleto. No genera el empleo de calidad ni los ingresos fiscales necesarios para financiar seguridad, pensiones y la transición verde-digital que el país exige.
- Lo que viene: El mercado ya descuenta un recorte de tasas a fin de año (4.5%) y un dólar cercano a los $900 en 2026. El verdadero disruptor será la agenda de productividad 4.0 que logre implementar el nuevo gobierno.
El Next Level Económico: Más Allá del Cobre y la Deuda
Analistas como Hermann González de Clapes UC y los equipos de JP Morgan pintan el mapa de ruta: acelerar el crecimiento sostenible es la misión crítica. Pero en 2025, acelerar no significa solo más infraestructura o reformas tributarias. Significa desplegar el deep tech. La minería, nuestro blockchain físico, ya opera con drones y big data. El desafío es que esa innovación se propague como un virus positivo al resto del ecosistema productivo.
El talón de Aquiles, como señala Andrés Pérez de Itaú, es el mercado laboral. Tenemos un desfase de skills. La economía demanda programadores, analistas de datos y especialistas en ciberseguridad, pero el sistema educativo y de capacitación aún opera con actualizaciones pendientes. La reducción de la jornada laboral no puede ser un lastre; debe ser el espacio para que los trabajadores se reconviertan, se capaciten en línea y aporten más valor por hora trabajada, no menos.
“El nuevo gobierno debe pensar como una startup scale-up: con una visión clara de crecimiento, iterando políticas rápidamente basadas en datos y atrayendo ‘inversión venture’ global en sectores como hidrógeno verde, inteligencia artificial aplicada y fintech. La estrechez fiscal obliga a ser ingeniosos, no a retroceder.”
Fintech y Productividad: La Carta Underdog
Aquí es donde el mundo digital se encuentra con el desafío macro. Las fintech y los criptoactivos bien regulados no son un tema marginal. Son infraestructura financiera de nueva generación. Pueden bajar los costos de transacción para las pymes, democratizar el acceso a capital semilla a través de tokens y agilizar pagos transfronterizos, un dolor de cabeza para exportadores pequeños.
La seguridad, otro lastre económico mencionado por todos los expertos, también tiene su capítulo tech. Soluciones de smart cities, pagos digitales que reducen el circulante y la trazabilidad blockchain para la cadena logística son herramientas concretas. El rally bursátil anticipa esperanza en reformas pro-mercado. El próximo paso es que el mercado interno vibre con la misma energía innovadora que muestran nuestros emprendedores en Silicon Valley.
El cierre de 2027 con inflación en meta del 3% es el piso. El techo lo pone nuestra capacidad para integrar inteligentemente la tecnología en la minería, la agricultura, los servicios y, sobre todo, en el Estado. La productividad es el código fuente que debemos reescribir. Con el cobre en máximos y el euro fuerte a $1.069, el momento para invertir en el upgrade nacional es ahora. La ventana de oportunidad digital no se quedará abierta para siempre.