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$936
$1.060
$39.062
$68.306
El dólar opera en terreno bajo, rozando los $936, una cifra que no se veía desde antes de la pandemia. Esta aparente calma esconde una batalla entre un peso fortalecido por el cobre y la cautela de un mercado que observa de reojo la agenda doméstica y la sombra de la Fed.
El tipo de cambio en Chile dejó atrás la volatilidad extrema. Hoy, la discusión ya no es sobre techo psicológico, sino sobre piso. El precio se ancla en un rango que beneficia al bolsillo en el corto plazo con importaciones más baratas, pero pone a prueba la rentabilidad de sectores exportadores no mineros. El contexto global juega a dos bandas: alivia la presión con menores tasas esperadas en EE.UU., pero mantiene la incertidumbre geopolítica.
- El Dato: El dólar observado toca los $936, mientras el euro cotiza a $1.060. La UF, por su parte, continúa su marcha ascendente hasta los $39.062, reflejando presiones inflacionarias inerciales.
- Por qué importa: Un dólar bajo actúa como un freno natural a la inflación de bienes importados, dándole margen de maniobra al Banco Central. Sin embargo, erosiona los ingresos en pesos de empresas que venden al exterior y complica las proyecciones fiscales basadas en un precio del cobre alto.
- Lo que viene: La clave está en la divergencia de políticas. El BCCh tiene espacio para seguir recortando tasas, pero si la Reserva Federal frena sus planes de recorte, el peso podría perder parte de su brillo rápidamente. La brecha entre la UF y el dólar marca la tensión interna.
El peso se flexiona: ¿Fuerza real o espejismo de corto plazo?
El actual nivel del dólar no es casual. Es el resultado directo de un superciclo del cobre, con precios sostenidos sobre los US$4 la libra, y de una posición fiscal que, aunque tensionada, mantiene credibilidad. Los capitales extranjeros buscan rentabilidad en activos chilenos, apostando por la estabilidad relativa en una región convulsa. Esta entrada de dólares presiona el tipo de cambio a la baja.
Pero el mercado es eficiente. Ya descuenta el buen momento de los commodities. Ahora su mirada está puesta en los factores de riesgo local: el trámite legislativo de reformas estructurales y la capacidad del gobierno de contener el gasto público sin estrangular el crecimiento. Cualquier señal de desvío fiscal se traduciría en una prima de riesgo más alta y una huida hacia el dólar.
"El mercado valora la estabilidad macroeconómica, pero castiga la incertidumbre fiscal. Hoy el peso gana por el cobre, pero mañana podría debilitarse si las cuentas públicas no cuadran. Es una ecuación de confianza," señala un analista de mesa de dinero que prefiere mantener el anonimato.
La batalla contra la inflación define el tablero cambiario
El Banco Central enfrenta un escenario inédito. Por un lado, la inflación núcleo se acerca a la meta del 3%, habilitando un ciclo de recortes de tasa más agresivo. Un dólar bajo potencia este efecto, abaratando costos. Por otro, la UF, indexada a la inflación pasada, sigue su escalada, encareciendo créditos hipotecarios y ajustes por contrato.
Esta divergencia entre un dólar débil y una UF fuerte es la radiografía de una economía en transición. El BCCh no puede bajar la guardia. Si las tasas locales caen muy por debajo de las estadounidenses, el incentivo para llevar pesos a dólares crece. La autoridad debe calibrar su política monetaria para no sobrecalentar la demanda interna ni apagar una recuperación que aún es frágil.
El dólar a $936 es un alivio inmediato para el ciudadano que paga menos por un producto importado o planea un viaje. Para la economía en su conjunto, es un período de respiro que no debe malinterpretarse como una nueva normalidad. La pregunta de fondo es cuánto durará este equilibrio antes de que un shock externo o una sorpresa doméstica vuelvan a poner al tipo de cambio en el centro de la discusión. ¿Está el mercado subestimando los riesgos, o esta vez la fortaleza del peso tiene bases más sólidas?