5 min lectura
La expropiación masiva en San Antonio no es política social; es una inyección directa de incertidumbre jurídica a un mercado ya febril. Con el Dólar clavado en $925 y la UF respirando en $39.643, el Estado elige el «hard fork» traumático sobre la innovación, socializando pérdidas y congelando el capital.
La narrativa oficial habla de soluciones habitacionales. Mi análisis, como experto en riesgo, identifica un patrón de falla sistémica que capitaliza el caos. Hoy, 7 de diciembre de 2025, los indicadores gritan presiones inflacionarias y un peso bajo estrés. En este contexto, la decisión de expropiar 100 hectáreas en Cerro Centinela no es un acto aislado. Es la confirmación de que el protocolo de desarrollo urbano chileno tiene un bug crítico.
El mercado opera bajo reglas que ahora son impredecibles. Se presentan 3.700 soluciones, pero 400 familias quedan fuera del nodo en un instante. El derecho de propiedad, el activo base de cualquier economía que aspire a la solidez, sufre una bifurcación forzada. Mientras el mundo discute la tokenización de activos reales, Chile debate la toma física de terrenos. Es una señal de retroceso que los mercados internalizan y penalizan.
- El Dato: La capacidad productiva del país está fracturada. Chile construye hoy menos de la mitad de las viviendas sociales que producía hace dos décadas, mientras la UF en $39.643 y un euro en $1.077 estrangulan los costos de construcción y el servicio de la deuda.
- Por qué importa: Esto trasciende el gasto fiscal. Es una fuga de capital institucional que desincentiva la inversión formal en densificación. Alimenta la prima de riesgo-país y secuestra recursos que deberían irrigar un ecosistema de proptech y construcción modular escalable. Se protege un pasivo, no se crea un activo.
- Lo que viene: Presión sostenida sobre la UF y el peso chileno. Cada movimiento que añada incertidumbre jurídica es un viento en contra para la estabilidad macroeconómica. El vacío de autoridad será capitalizado por actores alternativos, donde el crimen organizado ya ejecuta su propio “staking” de poder en territorios no regulados.
Tokenización Vs. Expropiación: La Brecha Tecnológica del Riesgo
La disyuntiva no es ideológica; es de eficiencia y gestión de riesgo. Ecosistemas fintech globales desarrollan modelos para democratizar el acceso a la vivienda mediante tokenización de activos y contratos inteligentes. En San Antonio, la respuesta es una transacción forzada del siglo XX. Esta expropiación es la antítesis de la innovación: genera un NFT de propiedad con una procedencia legal dudosa, un activo digital con el sello de la arbitrariedad.
Expertos como la abogada Jeanette Bruna ya advierten sobre síntomas de “Estado fallido” en este segmento del mercado. El arquitecto Ricardo Abuauad señala la devaluación inmediata de los terrenos colindantes. No es metáfora: es un “flash crash” inmobiliario local, inducido por política. El problema central es de liquidez y acceso. Existe una demanda crítica de cerca de 800 mil personas, pero el pool de oferta formal es insuficiente y el sistema de subsidios es análogo, lento y burocrático.
¿Dónde están los fondos de inversión en construcción modular 4.0? ¿Los desarrollos de co-living con opción de compra fraccionada vía tokens de seguridad? Su ausencia no es casual. Es el resultado de un entorno que, con medidas como esta, castiga al capital paciente y premia la distorsión. La expropiación es la prueba de fuego de que el “protocolo” de vivienda social está obsoleto y es vulnerable a ataques de actores malintencionados dentro y fuera del sistema.
“Pagamos $925 por un dólar y asumimos una UF en alza como un impuesto más, pero la fuga de capital más violenta es la erosión de la seguridad jurídica. El precedente sanciona la toma ilegal como estrategia exitosa, y el mercado descuenta ese riesgo en cada futuro proyecto. Es una espiral de autodestrucción patrimonial.”
La Factura Oculta: Primas de Riesgo e Inflación en Seguridad
El paralelo con las favelas, mencionado por analistas de crimen organizado, es un modelo de negocio escalable. Los asentamientos irregulares son el hardware donde el “software” del ilícito se instala y se actualiza. La duda sobre las 115 hectáreas restantes en Cerro Centinela no es un detalle; es un vector de riesgo puro que se materializará en costos tangibles. Primas de seguro más altas para toda la zona, desvalorización acelerada de activos inmobiliarios colindantes y, finalmente, una presión inflacionaria en servicios de seguridad que todos absorbemos vía precios.
Esta medida es un palliative care para un paciente terminal. No resuelve el bug de fondo: la ausencia de un mercado secundario dinámico para vivienda asequible y la falta de instrumentos financieros digitales inclusivos. El futuro pasaba por entender la vivienda como un activo digitalizable y la densidad urbana como una oportunidad de inversión descentralizada y transparente. El precedente de San Antonio congela esa posibilidad bajo la losa de la arbitrariedad.
La pregunta incómoda para los holders de activos chilenos es simple: ¿Cuántas transacciones forzadas de este tipo podrá absorber el mercado inmobiliario y financiero local antes de que la prima de riesgo se dispare y la UF rompa nuevos récords? La cuenta, ya lo sabemos, no la paga el sistema. La paga el contribuyente, el ahorrante, el que ve cómo su poder de compra se diluye entre un dólar caro y un Estado que improvisa.