Dólar en $925 e Inversiones Congeladas: Alarma Económica en Chile

La política volvió a poner el freno de mano a la economía chilena. Mientras el dólar se mantiene en un inestable $925, más de la mitad de la poderosa industria metalúrgica congela sus inversiones, una señal de alerta que terminará tocando tu bolsillo mucho más rápido de lo que imaginas.

Miramos con ansiedad el valor del dólar cada día, casi como quien consulta el pronóstico del tiempo. ¿$925 hoy? Parece un número más, pero ese dígito es solo la punta del iceberg de un clima económico que se está enfriando. Hoy, 14 de noviembre de 2025, tenemos un mapa claro: el euro en $1.081, la UF escalando a $39.643 y un gigante industrial, el de la metalurgia, decidiendo quietarse. No es un rumor de pasillo; es una realidad que dibuja el nerviosismo de quienes mueven los capitales más grandes del país. Cuando ellos dudan, nosotros debemos prestar atención.

• El Dato: Más del 50% de las empresas del sector metalúrgico chileno, columna vertebral de la minería y construcción, tiene sus decisiones de inversión en pausa absoluta.
• Por qué importa: Porque la inversión detenida hoy significa menos puestos de trabajo, menos dinamismo y una presión a la baja en el crecimiento económico mañana. Es un golpe directo a la "pega" y al poder de compra de miles de familias.
• Lo que viene: Si esta incertidumbre se extiende, podemos ver más presión sobre el tipo de cambio. Un dólar que busca piso alto ante la falta de entrada de capitales frescos, complicando aún más la lucha contra la inflación en el supermercado.

Cuando la política frena las máquinas: el efecto real en tu mercado

Pensemos en la metalurgia no como fábricas lejanas, sino como el proveedor de todo. Desde el acero para las nuevas líneas del Metro hasta la maquinaria que extrae el cobre que llena las arcas del país. Que este sector pare significa que un engranaje crucial de nuestra economía se atasca. ¿La razón? La incertidumbre electoral. Las empresas, con toda la lógica del mundo, no van a apostar millones en una nueva planta o tecnología si no tienen una idea mínima de las reglas del juego que vendrán: impuestos, permisos ambientales, costos laborales.

Es como si estuvieras pensando en remodelar tu cocina, pero supieras que el próximo mes podrían cambiar drásticamente los precios de los materiales y las reglas de la construcción. Lo lógico es esperar. El problema es que cuando esta "cocina" es la industria de un país, la espera nos cuesta a todos. Ese dinero que no se invierte hoy no circula, no genera pegas para albañiles, ingenieros o transportistas, y no impulsa la demanda por otros servicios. La economía se vuelve más lenta, más cautelosa.

"La inversión es como el aceite del motor económico; si se seca, todo empieza a chirriar. Hoy, la política está dejando ese motor sin lubricante, y el sonido lo escucharemos en el precio de la bencina y en la dificultad para encontrar trabajo."

Del tablero político a tu bolsillo: el camino invisible

Te preguntarás, ¿y a mí, que solo quiero llenar el carro del supermercado, en qué me afecta? El camino es invisible, pero directo. Un sector clave frenado pone un techo a nuestro crecimiento potencial. Menos crecimiento se traduce, con el tiempo, en menos recaudación para el Estado y más presión sobre servicios públicos que ya están tensionados. Pero el golpe más inmediato puede ser monetario.

El Banco Central mira estos indicadores de cerca. Una economía que se desacelera por falta de inversión limita sus opciones. Y mientras, la UF, ese fantasma silencioso de las deudas, sigue su escalada imparable hacia los $40.000, encareciendo tu dividendo hipotecario y tu crédito de consumo. Un dólar sostenido en niveles altos, como el actual $925, mantiene caros los productos importados, desde los repuestos del auto hasta los insumos para fabricar el pan. La parálisis de los grandes termina encareciendo la vida de los de a pie. La próxima vez que veas el precio del dólar o sientas que tu sueldo rinde menos, recuerda este engranaje que comenzó a fallar hoy. La pregunta que queda flotando es: ¿cuánto tiempo puede Chile permitirse este juego de la espera?